Demián Ventura es artista plástico y lleva más de 25 años compilando reliquias en SuperBatuque, su museo declarado de interés cultural, ubicado en Parque Chacabuco. “No me desprendería de nada, coleccionar es lo que me apasiona”, dijo a TN.
Demián Ventura es el dueño de todos los juguetes que están en SuperBatuque (Foto: TN/Leandro Heredia).
Demián Ventura, artista plástico y apasionado coleccionista, dedicó los últimos 25 años a juntar juguetes. Tiene cerca de 5000, de 1930 a la actualidad, ordenados y exhibidos en un museo único que quedará en la historia de la Ciudad de Buenos Aires.
“Comencé con las piezas que tenía cuando era chico. Luego, al surgir la idea del museo, amplié el espectro y empecé a juntar de todas las épocas, aprendiendo la historia de cada uno de los juguetes argentinos”, cuenta Demián a TN, dueño de SuperBatuque.
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Entre las joyas de su colección, una de las piezas más destacadas es un muñeco de Superman de 1939, fabricado por la marca Ideal de Estados Unidos. “Es como el santo grial del museo, una pieza de pasta y madera muy difícil de conseguir, incluso en eBay. Me tomó mucho tiempo poder adquirirla y ahora es la joya de nuestro museo”, explicó Demián, que precisó que ese Superman, que actualmente podría valorarse en aproximadamente 10.000 dólares, no solo tiene un alto valor económico sino también un valor histórico incalculable.
Otra de las reliquias de su museo es una colección de figuras de Blancanieves y los siete enanitos de pasta de la década de 1930, piezas extremadamente raras y valiosas. Además, el museo alberga un BMW Heinkel Duravit, “un juguete de caucho muy fino y frágil fabricado por la empresa Duravit, que atrae a coleccionistas de todas partes debido a su rareza en Argentina”.
Su museo, declarado de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, le rinde homenaje a Batuque, su primer perro de madera. “Es de la marca Arlis, de madera de la década del 70, fabricado en San Martín de las Escobas, provincia de Santa Fe. Tiene un valor sentimental enorme para mí porque lo tuve cuando era chico y, tras regalárselo a una exnovia durante la adolescencia, logré recuperarlo años después en el mercado de San Telmo. Es una pieza que nunca vendería, ya que representa mi infancia y el inicio de mi pasión por coleccionar”, destacó.
Ubicado en Parque Chacabuco, el escultor, quien reside junto a sus hijos y su esposa en Lanús, el museo abre sus puertas únicamente los sábados de 14 a 18 y de manera gratuita. “Recibimos muchas donaciones y no vendemos nada. Las donaciones nos permiten ampliar nuestra colección y preservar la historia de cada juguete. Si tenemos piezas repetidas y en buen estado, a veces las donamos a comedores infantiles o las intercambiamos con otros coleccionistas para obtener piezas que nos faltan”, expresó.
“La nostalgia que generan los juguetes depende mucho de la edad de la persona. Muchos visitantes de la década de 1980 sienten un gran apego por los personajes y juguetes de esa época. También recibimos a abuelos que rememoran su infancia con juguetes de décadas anteriores”, dijo Demián.
Cada juguete es una historia
Desde Hijitus a Spiderman, de las varias figuras de Maradona a los Topo Gigio para los que guarda un sitio especial, el coleccionista mantiene su tesoro ordenado por décadas, detrás de unas estructuras de vidrio que impiden que los visitantes puedan tocarlos.
“Si hay piezas repetidas lo que hacemos muchas veces es donárselas a los comedores, ya que tenemos varios lugares con los que colaboramos. Si la pieza tiene mucho valor, posiblemente la intercambio con algún otro coleccionista por alguna otra que no tenga”, precisó Demián.
El museo de Demián Ventura no solo es un refugio para los juguetes antiguos, sino también un espacio donde la nostalgia y las historias personales se entrelazan, creando un vínculo único entre el pasado y el presente. En el ingreso al museo, Demián pegó sobre un vidrio un cartel que define el espíritu del lugar: “Cada juguete es una historia”.
A la hora de coleccionar, el artista plástico indicó que “lo que más me atrae es el momento de la búsqueda. Hace 25 años solo podíamos buscar en parques y ferias, ya que no existían las redes sociales ni Internet. Esa búsqueda del incunable, de la pieza rara, es lo que realmente me motiva”.
Aunque no tiene planes de vender su colección, Demián sabe que su valor es incalculable. “Si tuviera que vender todo lo haría para comprarle una casa y un auto a cada uno de mis hijos. Y tal vez viajar. Pero no me desprendería de nada, porque coleccionar juguetes es lo que me apasiona”, completó.
Video y fotos: Leandro Heredia.
Edición: Tamara Ferro.