En diálogo con Canal E, Alejandro Laurnagaray, analista internacional, explicó que la confirmación de una reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin implica “un avance muy importante” en el camino hacia un eventual alto al fuego en Ucrania.
Cumbre Trump-Putin: una señal que agita el tablero internacional
Aunque aún no hay fecha ni sede confirmada, “la noticia más importante fue la confirmación de ambas partes”, remarcó el entrevistado. “Si Trump y Putin se sientan en una mesa a negociar, es porque hay avances importantes”, aseguró, subrayando que la reciente visita de Steve Witkoff a Moscú fue clave para destrabar temas sensibles.
“No quiere decir que esta bilateral vaya a solucionar todo, pero es un avance muy importante”, insistió el analista, al tiempo que advirtió que en el escenario internacional “no hay certezas, no hay nada afirmado”.
Sobre los posibles términos de la negociación, el especialista detalló: “Rusia no va a aceptar otra cosa que no sea el reconocimiento de las regiones ya ocupadas, que no entre Ucrania a la OTAN y que no se la arme significativamente”. En este punto, resaltó que “Estados Unidos, desde un inicio, estuvo de acuerdo en negociar esos intereses esenciales”, aunque las presiones internas sobre Trump continúan.
Intereses ocultos y tensiones arancelarias: un juego geopolítico más amplio
Laurnagaray también puso el foco en los intereses económicos detrás del conflicto: “Hay fuerzas económicas, de inteligencia y corporaciones militares que vienen ganando muchísimo dinero con la guerra”. Según explicó, esto genera resistencias a una resolución pacífica tanto en Ucrania como en Occidente.
“En Ucrania se están analizando los mecanismos de corrupción estructural dentro del círculo más íntimo de Zelensky”, sostuvo. En ese sentido, recordó que el ex jefe de las fuerzas ucranianas había dicho que el conflicto estaba en “un punto muerto”, lo cual “abría las puertas a una posible negociación”, aunque luego fue desplazado de su cargo.
Consultado sobre la evolución de la política exterior estadounidense, sostuvo que el país “va de una doctrina de contención a una de equilibrio”, lo que también se refleja en sus prácticas arancelarias: “Golpean la mesa con un 50%, después negocian 25, y terminan en 15”.
En el marco de las tensiones con Brasil e India, analizó que “los aranceles son herramientas políticas para negociar otras cosas”, como el acceso al petróleo o la ruptura de alianzas estratégicas como los BRICS.
Sobre los efectos económicos internos de esta estrategia, advirtió que “los aranceles desordenan la economía y presionan a la inflación al alza”. A su vez, destacó que “Estados Unidos pasó de un déficit comercial mensual de 40.000 millones a más de 70.000 millones de dólares”.
Finalmente, Laurnagaray cerró con un consejo a los actores económicos: “Hay que esperar que se calmen las aguas antes de tomar decisiones importantes”.