29, junio, 2025

Coyuntura negativa

Está de moda reclamar a líderes políticos, periodistas, y a los dirigentes empresariales y gremiales, por todo lo malo que ocurre. Hay quienes creen que el pasado fue un paraíso, y reclaman a los dirigentes por los problemas que existen, sin apuntar que el progreso también fue fruto de su esfuerzo. Se puede imaginar que la Argentina de hace cien años fue perfecta, pero eso no es objetivo. La expectativa de vida era de cincuenta años, no existían cloacas, ni coches, ni carreteras, no se habían desarrollado la penicilina y la anestesia, la mortalidad infantil era enorme, había mucho dolor y muerte. Los más ilustrados de ese entonces contaban con menos información que cualquier colegial contemporáneo.

Cuando recuerdo el país en el que estudié en los 70, es objetivo que hemos progresado mucho. No existían centros comerciales, la TV era primitiva, no teníamos tantos servicios que ahora nos parecen naturales. Ignorábamos lo que pasaba en el mundo, grupos armados y militares se enfrentaban con brutalidad, la Guerra Fría causaba millones de muertos en todo el globo.

Steve Pinker dice que actualmente hay menos violencia física en el mundo, aunque se ha desatado una violencia verbal inusitada. Con el desarrollo de las redes, cualquiera puede poner un canal de televisión en su casa, y decir cualquier cosa. Las teorías conspirativas más ridículas se difunden masivamente, cualquier persona se cree periodista de investigación cuando lee una página de Google.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Bastantes líderes caen en la trampa de fomentar su propio linchamiento. La mayoría de los candidatos se acusan de todo, descalifican a sus oponentes. Esa pelea permanente hizo que la mayoría de latinoamericanos haga una síntesis injusta: todos son inmorales, la política es un asco. En ese terreno crecen los outsiders, candidatos que por ser desconocidos, parecen alternativa.

La gente está harta del discurso de políticos que no la escuchan, décadas hablan de lo que a ellos les interesa, repiten un discurso que saturó a la gente omún. Bastantes candidatos no argumentan que son mejores, sino que sus adversarios son malos. No se dan cuenta de que eso los afecta a todos.

La prisión de Cristina Kirchner no debe ser motivo de alegría para los otros políticos, oficialistas o de oposición. Es un evento que finalmente salpica a todos. Fomentará la abstención y el voto nulo, el espacio en el que se incuba el huevo de la serpiente. Las peleas y acusaciones de los políticos de la República de Weimar fue el nido en que nació el nazismo.

Con la prisión de Cristina, puede iniciarse una caza como la que se produjo en Perú, en donde casi todos los presidentes terminaron presos después de la caída de Alberto Fujimori. En todo gobierno se puede descubrir basura debajo de alguna alfombra, pero los países más institucionales, no se dedican a perseguir a sus dirigentes. Si se encarcela a todos los políticos, empresarios, dirigentes sociales, sacerdotes, y ciudadanos comunes latinoamericanos que han faltado a la ley, pocos sobrevivirán para lanzar o poner la primera piedra.

Los personajes, en casi todos los países, son los mismos a lo largo de todo el siglo. Hace daño el sueño de reelección indefinida que alienta a los dirigentes autoritarios. Generalmente están en el cartel los políticos de siempre reciclados en nuevos membretes. No se da espacio a nuevas generaciones que tienen su agenda, no se incorporan nuevas formas de comunicación.

Existe espacio para algo nuevo, la violencia verbal del Gobierno puede contribuir a ese nacimiento.

En sus dieciocho años de éxitos ininterrumpidos, el PRO nunca publicitó reuniones comprando dirigentes de otros partidos. Fue solo, con dirigentes que en ese momento eran nuevos, al final hizo acuerdos con partidos o grupos cuya convergencia tenían razones políticas. La Libertad Avanza aparece reuniéndose con dirigentes provinciales para coptarlos, algo que ve mal la mayoría de la gente. Eso lo convierte en otro de los de siempre.

Milei, cuando es candidato, saca los mejores resultados; cuando presenta candidatos propios aunque sean desconocidos, le va bien; cuando hace listas con antiguos políticos, se debilita. La disyuntiva entre presentar candidatos propios que son nuevos, o listas con líderes de otros grupos, no siempre se resuelve averiguando si son populares, cuántos votos traen y alejan con su presencia.

En las redes se encuentra cualquier información. No existe el control de cuando los medios estaban manejados por profesionales. Cualquiera que tenga un celular, puede poner un canal de noticias en su casa y decir lo que se le ocurra. Bastantes de los que asoman no tienen formación académica, ni la intención de hacer periodismo. Simplemente dan rienda suelta a sus complejos y se ganan unos pesos como sicarios digitales, insultando a cualquier autoridad o personaje.

La red es el templo del disparate conspirativo. Incluso gente que ha estudiado, cree que las antiguas culturas construyeron templos y monumentos, con la ayuda de alienígenas que viajaron miles de años, para mover unas piedras y volver a casa. Otros dicen que todos los gobiernos del mundo conspiran para ocultar que existen platos voladores, que hay sociedades secretas de empresarios que manejan el mundo, que el comunismo, ya desaparecido, maneja la política. Toda fantasía tiene espacio si es disparatada.

Algunos dicen que el gobierno de Milei está por colapsar, que el país está incendiado, que muchos argentinos no llegaron a fin de mes en mayo. Sin embargo, no existe un éxodo masivo de argentinos pobres, como el que se dio en Venezuela cuando la gente tenía hambre. Cuando recorremos el conurbano bonaerense no presenciamos escenas dramáticas como las de otros países. La gente vive normalmente, los niños juegan, pasean a sus mascotas. Los precios no son los de la Ciudad de Buenos Aires.

Otros afirman que Milei es el presidente más popular del continente, cuando los números de los recientemente electos, Yamandú Orsi de Uruguay y Daniel Noboa de Ecuador, son mejores en América del Sur, la popularidad de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, es mayor al 80%, y está cerca el primer ministro canadiense Mark Carney.

En Argentina existe un enojo con los políticos que está afectando también a Milei, en la medida en que se parece más a ellos. Desde hace algunas semanas, su imagen tiene un saldo negativo de cerca de seis puntos, nada malo en un país en el que todos los demás tienen imágenes peores, pero no para hacer fiesta. Solo está menos mal que los otros.

La masiva abstención en las últimas elecciones provinciales dice que, casi la mitad de los argentinos está enojada con todos los políticos, incluidos los del Gobierno. Ese es un dato duro, comportamiento objetivo de la gente, no opinión recogida por encuestas.

La actitud de atacar indiscriminadamente a políticos, periodistas, dirigentes sociales y ciudadanos comunes, se asemeja a la que tuvieron, en su momento, Correa, Evo y Cristina. Esa agresividad los ayudó a endurecer una base, pero la mayoría de los electores de sus países dice que nunca votarían por ellos. Algo parecido hicieron Bolsonaro y Trump, con su estilo pendenciero acumularon tantos odios, que lograron perder la reelección a pesar de que tuvieron éxito económico.

En esta sociedad, la gente en su mayoría se interesa por un presente fugaz, por lo efímero e inmediato.

Con el telón de fondo de la abstención masiva, y la confrontación permanente con las elites, de las que ya son parte los actuales dirigentes, se abre un espacio para que se forme un gran bloque opositor como el que volvió al poder a “Lula” Da Silva. La agresividad consigue rating y likes, y endurece el apoyo de fanáticos, pero aleja a los tibios, que son la mayoría.

Esto no significa que va a volver un pasado superado. La candidatura de Cristina era el mejor seguro de Milei para que no se forme un amplio frente opositor. Ella no es Lula. El brasileño armó una plataforma amplia, en la que figuró como binomio Geraldo Alckmin, candidato del PSDB en las últimas eleciones y miembro del Opus Dei. Su eterno rival, Fernando Henrique Cardoso, le ayudó en la campaña, al igual que Marina Silva, quien enfrentó a Dilma Rousseff en 2010. La reacción ante el discurso de odio unificó a todos. En Argentina es impensable que un frente postule a la presidencia a Cristina, con Mauricio Macri como binomio, y con el apoyo de todos los demás partidos.

Existe espacio para algo nuevo, más disruptivo que Milei, o para una coalición en la que algún “Lula” argentino logre el apoyo de la mayoría del espectro político. La violencia verbal del Gobierno puede ayudar a generar ese espacio, sobre todo si se convierte en confrontación física.

No hay fuerzas sobrenaturales que pueden venir en ayuda del Gobierno en las elecciones. En esta sociedad la mayoría de la gente está interesada por un presente fugaz, ha perdido el sentido del largo plazo, tanto hacia el pasado como hacia el futuro, solo se preocupa de la inmediatez.

Gilles Lipovetsky dice en su libro El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas que la moda ha vaciado de contenidos a las formas con que nos relacionamos.

La tradición no ordena a la sociedad. Líderes como Trump y Milei desprecian a la historia. Groenlandia y Canadá son solo terrenos que pueden anexarse, no comunidades de seres humanos con una cultura construida a lo largo de los siglos.

Las costumbres permanecen como formalidades con las que la gente se divierte. Extraviados los significados, nos divertimos con los significantes. Las bodas, fiestas, regalos, ceremonias religiosas, reglas de cortesía y otras tradiciones, persisten como juego, para divertir. La Navidad que festejamos actualmente se parece más a las saturnales originales, no tienen relación con Jesús. Las jóvenes se casan vestidas de blanco porque les parece bonito, sin que el atuendo tenga que ver con la virginidad que simbolizaba.

Las lealtades políticas son efímeras, los viejos esquemas han caducado. Lo que ocurra en las próximas elecciones puede ser la explosión de una Supernova. Nada quedará dicho respecto de las futuras elecciones presidenciales. Se abrirá un espacio para nuevas alternativas o para quienes sepan cambiar e interpretar los nuevos tiempos.

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