Siete campeonatos mundiales, cifra con la que comparte el título de máximo monarca de la historia de la Fórmula 1 con Michael Schumacher; 104 victorias y la misma cantidad de poles lo ofrecen como el piloto de mejores estadísticas en el rubro. Lewis Hamilton reescribió las memorias de la Fórmula 1, lideró un momento mágico y de dominio abrumador de Mercedes en el Gran Circo entre 2014 y 2020 y ahora, en el emblemático circuito de Silverstone, protagonizó un episodio más de la fantástica aventura: ganó el Gran Premio de Gran Bretaña, el 12° capítulo del calendario, rompió el hechizo de 66 carreras sin victorias y este éxito lo convirtió con nueve festejos en quien más veces se impuso en un gran premio.
La celebración reflejó múltiples escenas de emoción: el llanto de Hamilton, la voz quebrada de su ingeniero Peter Bonnington en la radio, la sonrisa y el mensaje protector de Toto Wolff, el abrazo con su padre Anthony, que sostenía con su hombro la cabeza y ocultaba el sollozo de Lewis, el beso cariñoso de su madre Carmen Larbalestier, el desahogo del podio en la ceremonia de premiación, y el bramido del público que alentó y volcó toda su preferencia hacia el multicampeón, entre las tres espadas británicas que presentaron credenciales para la victoria.
“Existieron días entre 2021 y ahora en los que no sentía que fuera lo suficientemente bueno, o que fuera a volver a ganar. Es dificilísimo no ganar, pero lo importante es seguir, levantarse, sacar fuerza de donde no hay”, señaló Hamilton, reconociendo el duro y espinoso camino que debió recorrer desde aquel 12 de diciembre, cuando en Abu Dhabi perdió en un polémico desenlace el campeonato con Max Verstappen, y el regreso a la cima del podio.
Mercedes entró en una sombra con el cambio de reglamento del año siguiente, dejó de ser dominante, el rendimiento del auto sufrió horrores el efecto porpoising que asomó con el efecto suelo y las Flechas de Plata descendieron junto al piloto a un ciclo de oscuridad. Pasaron 66 capítulos hasta regresar al tope del podio –desde el GP de Arabia Saudita de 2021-, el peor hilo desde que Lewis se estrenó en la F.1, al extremo que entre 2007 y 2021 sumó al menos un triunfo en cada calendario: la serie se cortó en Silverstone y derrumbó el pronóstico de lo más agoreros, quienes vaticinaron que no habría espacio para un Last Dance con Mercedes tras el anuncio de marcharse a Ferrari en 2025.
“Aún estoy llorando. Desde 2021, todos los días me levanto para luchar, para entrenar, para centrarme mentalmente y llegar todo lo lejos que pueda con este equipo. Quería ganar por ellos, porque aprecio todo el trabajo que hicieron durante todos estos años y porque es la última vez que compito con Mercedes en Silverstone”, relató Hamilton, envuelto en sensaciones que por espacios hacían que perdiera la firmeza de la voz.
“Tuve mucha gente alrededor que me apoyó, personas dentro del equipo y los que trabajan en la fábrica me animaron”, agregó, quien en la pista enseñó su vigencia y realizó las lecturas correctas para una carrera que desanduvo varios episodios climáticos que alteraron la condición de la pista.
La victoria de Lewis Hamilton en Silverstone
La lluvia intermitente convirtió al gran premio en un carrousel de elecciones que debieron tomar entre los ingenieros y el piloto. El 1-2 que lideraron George Russell y Hamilton en la clasificación se extendió durante el primer segmento de la carrera, hasta que en la vigésima vuelta Lando Norris y Óscar Piastri, las espadas de McLaren, atacaron impiadosos y se adueñaron de los dos mejores casilleros del clasificador.
Los anuncios de precipitaciones no tenían exactitud: los pronósticos cambiaban según la información del radar, y la pista, de casi seis kilómetros, enseñaba una dualidad con sectores húmedos y otros secos. Quienes apostaron con rapidez por el compuesto intermedio de lluvia –Charles Leclerc y Sergio Checo Pérez- dinamitaron cualquier intento de protagonismo: sus autos fueron 14 segundos más lentos que los pilotos que marchaban en la cabeza de la carrera.
Recién en el giro 27 la actividad en el pit fue incesante: Mercedes hizo entrar a sus dos autos al mismo tiempo por los neumáticos para lluvia y Hamilton, que marchaba tercero, tomó ventaja sobre su compañero, que más tarde recibiría peores noticias con el llamado para retirar el auto por un problema de presión de agua.
“Es nuestro momento”, lo alentó Bono, como en los viejos y dorados tiempos en los que lo empujaba por la victoria con la frase “It´s hammer time”. La montaña rusa climática siguió su curso y el sol modificó una vez más el escenario. McLaren parecía favorecerse, porque sus pilotos eran los únicos que tenían gomas nuevas de compuesto medio, mientras que Hamilton y Verstappen debían elegir entre los blandos y duros.
El séptuple campeón británico apuntó los blandos –al igual que Norris- y MadMax los duros; Piastri escogió los medios. Las estrategias eran variadas: los británicos debían administrar para no sufrir degradación y el neerlandés, que demoraría en darle temperatura a sus neumáticos, podría exprimirlos en el desenlace. Hamilton regresó a la pista primero y enseñó el valor de la experiencia para sobrellevar la carga en un circuito singular: en 2020 ganó en tres ruedas y al año siguiente protagonizó un espectacular accidente con Verstappen en el primer giro, fue penalizado con 10 segundos e igualmente firmó la victoria.
La novena también fue significativa. “Es como un cuento de hadas. No se podía haber escrito una mejor despedida del GP de Gran Bretaña después de 12 años: fue genial”, remató con felicidad Wolff. “No puedo decir que estuviera llorando, porque se me metió algo en el ojo”, bromeó Bonnington, que lo acompañó en la premiación y juntos terminaron bañados en champagne.
La bandera británica flameando en su mano en la vuelta de celebración, la que lo acompañó también al podio y la que exhibió e hizo ondear frente a las gradas, donde los fans estallaron. La pancarta con imágenes de varios momentos dorados de Hamilton y la frase “Siempre nos levantamos”, quizás resumió el idilio que se forjó entre el público y el piloto más icónico del automovilismo británico. El rey de Silverstone y Mercedes tenían guardado un capítulo imperial para una obra que perdurará el paso del tiempo.