Por la impericia de política económica del Ministerio de Hacienda, el Gobierno de Javier Milei terminó apelando al Fondo Monetario (FMI) aún habiendo hecho el ajuste más grande de la historia. Lo curioso es que esa misma impericia técnica, mezclada con una desesperación por dólares frescos que salven el proceso político, está minando de dudas, internas y secretos las negociaciones con dicho organismo, resultando en una corrida casi diaria que el BCRA tiene que apagar con reservas que ya cayeron por debajo de los 26 mil millones de dólares. El mercado mostró esta semana que no le cree al ministro de Economía, Luis Caputo, cuyo cargo está en revisión y tiene fuego amigo que lo opera en esa línea. La verdad es que viendo cómo se sucedieron los acontecimientos de los últimos días, razones para explicar la turbulencia no faltan.
Horas atrás, Caputo violó un código comunicacional interno del FMI, un pacto tácito. Filtró el monto del acuerdo y hasta especuló con la forma de los desembolsos, justo cuando se está negociando eso con el organismo. Habló de 20 mil millones de dólares y deslizó que sería todo de una vez. La movida cayó como una bomba en la sede del organismo en Washington y hubo directores del Board de al menos 5 países poderosos que se quejaron ante Kristalina Georgieva. No era cierto, según cuentan, que el ministro tenía aval para avanzar tan en detalle. Es más, según fuentes al tanto de las negociaciones, la reunión informal del Board con enviados de Caputo, a inicios de semana, no salió tan bien como esperaba Argentina. Lo que hay hoy son diferencias visibles entre el Staff del FMI y el Board, que es el validador final y el que define la cuestión cambiaria, es decir, cuánto tendrá que devaluar el Gobierno. ¿Por qué? porque el Staff quiere un crédito político a Milei, avalado por Estados Unidos, y el Board, los países, advierten que esto ya ocurrió y terminó mal.
Por esta razón, la portavoz Julie Kozack, primero, y luego una filtración a la prensa del propio organismo, salieron a jugarle a Caputo con las mismas armas peligrosas: comunicaron que el préstamo es en cuotas y solo una parte es para intervenir. Le marcaron la cancha y sacudieron aún más los mercados dando una versión diferente a la del ministro. Más tarde, fue el propio Caputo el que habló con medios amigos para que titulen que el FMI había autorizado 20 mil millones. No habían dicho eso.
La decisión del ministro de romper códigos se dio luego de varias discusiones entre él y Milei. El Presidente le teme a la corrida y quiere ver resultados urgentes, cuentan. Pero el FMI tiene sus tiempos. Lo que más desesperó al Gobierno es que, hoy, el consenso del mercado y lo que se comenta en los Estados Unidos es que habrá dinero fresco en dos tramos de baja intensidad. “Se están matando por los montos y por la devaluación”, detalló alguien que sigue las negociaciones muy de cerca. Lo que está en la mesa, más allá de las operaciones oficiales, es alarmante: un crédito de 20 mil millones de dólares de los cuales entre 5000 y 6000 millones serán de libre disponibilidad y el resto para pagar vencimientos. Pero con un problema: el FMI quiere darle a Caputo 2000 millones entre mayo y noviembre, es decir, post aprobación del crédito de parte del Board del FMI; y otros 3000 después de las elecciones, devaluación mediante. Si el ministro y el BCRA se patinaron 1600 millones en 10 días, ese desembolso casi que acrecienta la crisis político-financiera de Milei. “Sería dramático”, especulan en Casa Rosada, donde dicen que “pelearemos a muerte para que la plata sea importante y de una vez”.
Sangrías y el mitín de los multilaterales
En síntesis, el organismo le dijo a Caputo que, si se niegan a devaluar, tendrán que bancarse corridas en los mercados con poca plata para seguir interviniendo por las próximas tres semanas, hasta que el FMI defina. Por eso el ministro insiste y hasta opera con la agencia de noticias Bloomberg para presionar por un volúmen inicial grande. En las últimas dos semanas, hubo tres cables y artículos instalando el desembolso de una vez. La preocupación de Caputo es natural: el viernes último, el BCRA vendió casi 200 millones de dólares para intervenir la brecha, pero ese día, el agro liquidó 150 millones, algo que debería haber redundado, en un escenario normal, en compras. Pasó lo contrario: en concreto, en los papeles, el Central terminó el viernes vendiendo 350 millones de dólares, un récord absoluto.
Hay, en este escenario, una pulseada virulenta por los fondos frescos, pero aquí el FMI también puede quedar comprometido: los negociadores del Gobierno en el organismo contaron a Página I12 que, históricamente, en los programas de Facilidades Extendidas, el Fondo no suele dar inicialmente más que el 35 por ciento del total del dinero. Eso hizo con Mauricio Macri, entregando 14.700 millones sobre 50 mil millones pedidos. ¿Violará el organismo esta regla? La última vez que hubo un sobrecrédito, también con Macri, terminó en razzia total en el organismo. También gobernaba Donald Trump.
Otro dato es central en esta historia y explica por qué Caputo quiere garantizarse plata gruesa del Fondo: hace unos días se celebró en Chile la reunión anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde participaron funcionarios argentinos y de la Corporación Andina de Fomento (CAF). En ese mitín, la CAF avisó que no tiene en carpeta desembolsos fuertes para Argentina y que, además, son a contraparte de obras, es decir, no se usan para reforzar reservas. Por su parte, el BID deslizó que el crédito que Caputo prometió de organismos internacionales no está cerrado. El ministro dijo que habrá un paquete extra de esos entes para usar de libre disponibilidad.
A Caputo lo operan desde adentro
En este contexto, un Caputo desgastado por una negociación que le pesa, experimenta problemas impensados. Por un lado, el FMI le hizo saber que la carta de los senadores de Unión por la Patria sobre desconocer la deuda a futuro es “importante” para el organismo. “Esto tiene que salir con consenso político”, insisten.
Por otro lado, y aunque resulte sorprendente lo que se contará a continuación, hay algunos que lo están velando al ministro por anticipado. Y varios son tropa propia. Esta semana, Pablo Quirno, el secretario de Finanzas, que conoce a Caputo desde la gestión en el macrismo y comparten palco en la cancha de River, movió fuerte. En reuniones con bancos y aseguradoras, se vendió como “el potencial suplente” de Toto. A Quirno, de grande, le empezó a gustar tener protagonismo, según cuentan. Llega, hoy, a hablarle directo al Presidente y se acercó a los trolls libertarios, tanto que se acostumbró a gestualidades cuasi infantiles de esos cuadros, y afirman quienes los frecuentan que copia todos los gestos del “Gordo” Dan aplicados a la batalla cultural. “Está raro, Pablo”, admiten sus viejos amigos. Mientras tanto, Quirno sostiene en los mitines antes mencionados que “soy la continuidad más ordenada”.
¿Quién vendría a ser, entonces, la continuidad más desordenada? Hay que mirar al ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger. En estas páginas se relató que en las últimas horas “el coloso”, como lo llama Milei, le dijo al Presidente que hay que levantar ya mismo el cepo porque el plan de dólar quieto de Caputo está terminado. Desde los años del macrismo en el poder se detestan. Sturzenegger es el que más plantea los objetivos y los modos de Milei, y hoy se siente empoderado: avisó que lo de Caputo no iba a funcionar. Corajudo, hasta se tomó una foto que dice muchas cosas: se dejó ver con Georgieva, como parte del consejo asesor en crecimiento del organismo.