22, febrero, 2025

Macri avisa: “Si nos toca ir solos, vamos a ir solos”

El sketch del CriptoGate ha aislado al Gobierno de sus aliados. Mauricio Macri, el principal valedor del Gobierno, al que le presta funcionarios, programas y votos en el Congreso, se apuró a facturar esos reveses como un triunfo de su fuerza. En la cumbre de su partido la noche del jueves en la casa de Jorge Triaca, golpeó con dureza al Gobierno. Les reprochó falta de gestión y torpeza en la toma de decisiones. “No pueden ni hacer una licitación”, dijo con referencia a la Hidrovía. “Si le hubieran hecho caso al PRO se habrían ahorrado tiempo y dinero”.

Avisó que no están dadas las condiciones para una alianza electoral porque la Libertad Avanza está reclutando dirigentes en el interior en “la resaca” de la política. “Y si nos toca ir solos, vamos solos. Si nos toca estar en el desierto, estaremos en el desierto, pero habrá recompensa”.

Para mostrar que el PRO sabe de criptomonedas más que el Gobierno, le dio la palabra al tecnólogo Santiago Siri para que hiciera un rapeo que puso en evidencia los resbalones de Olivos en este negocio. Llamó a trabajar por el cambio en la Argentina y no pensar tanto en las elecciones, un mensaje de difícil digestión en un momento cuando todos buscan futuro en las urnas. De candidatura, ni una palabra.

No hay burbuja que no se pinche

Este lunes finaliza el año legislativo 2024, extendido hasta esta semana con las sesiones extraordinarias. El balance del oficialismo se empañó sobre el final por una sucesión de reveses que desnudó el retrato sincero de la realidad de un gobierno pobre en votos, en apoyo legislativo, en territorialidad, en funcionarios y en proyectos.

En las últimas horas, parece también abandonado por el respaldo de los comunicadores del prime time. No hay burbuja que no se pinche.

No hay que dramatizar la debilidad del Gobierno porque tiene su racionalidad y no es responsabilidad del elenco gobernante.

Sí sorprende el empecinamiento en avanzar en derrotas, como si desafiase el llamado de Miguel Pichetto cuando se discutía la Ley de Bases, que chocó antes de partir: “Les encanta seguir perdiendo, traten de ver cómo tratan de receptar algunas propuestas y ganar. No hay que perder, hay que ganar”. Meses más tarde, completó el diagnóstico: “Creen que ganan, pero en realidad pierden. Inevitablemente pierden”.

Balance amargo

Sobre el final de este período el Gobierno perdió la batalla de Lijo; la licitación de la Hidrovía; tuvo que pasar Ficha Limpia para el año que viene; no pudo impedir que el Tribunal Superior de la CABA actúe como instancia de final de la Justicia nacional del distrito; no puede impedir que Jorge Macri acomode su cronograma electoral para adelantar las elecciones porteñas y defenderse de la invasión mileísta; se quedó afuera de la alianza del oficialismo de Santa Fe.

Tiene que aguantarse, además, la sonrisa de Victoria Villarruel, que rechaza a Lijo y podrá mantener en la sesión preparatoria de este lunes la mesa de conducción del Senado sin interferencias de Olivos.

Me lo “parrillaron” a Lijo

Macri festeja, por encima de todo, el traspié del Gobierno con Lijo. Es razonable que lo haga, aunque en esa reunión no mencionó el nombre del magistrado. ¿Para qué se embutió el Gobierno en ese problema?, cabe preguntarse.

Con crudeza, José Mayans interpeló al oficialismo en la reunión de Labor Parlamentaria del miércoles en el Senado: “¿Por qué quieren parrillarlo [sic] a Lijo?”.

Con el meneo de esa candidatura a la Corte, el Gobierno pareció buscar un refugio de la intemperie judicial para la Justicia. Al final desgastó y terminó cometiendo un asesinato de imagen de Lijo. Lejos de ganar un amigo, con Lijo se ha ganado un enemigo. Quienes ven bajo el agua afirman que los decretos para cubrir en comisión las dos vacantes en la Corte Suprema ya están firmados y que se publicarán este lunes.

Por decreto, otra aventura

Si Lijo figura en esos decretos, deberá renunciar al cargo de juez, según la jurisprudencia sobre el tema. Una nueva incitación a la aventura, porque si en el lapso de un año no recibe ratificación, Lijo se quedará sin el pan y sin la torta.

¿Habrá valido la pena pasar por este trámite que lo expuso en un debate en el cual el magistrado no se defendió públicamente para ser juez de la Corte, todo por apenas un año? En los albores del gobierno de Milei, el negociador Caputo visitó a Miguel Pichetto en su casa. “El presidente te quiere en la Corte”, lo invitó. La respuesta fue: “Tengo 73 años. ¿Para qué quiero ir a la Corte si a los 75 me jubilan?”.

¿Necesita este gobierno, que suma desprolijidades, otro factor de inseguridad institucional? Si insiste, lo hará siguiendo el manual de los liberistas americanos en los términos del ideólogo trumpista Steven Bannon: gobernar es una batalla sin fin por la deconstrucción del Estado administrativo.

Hablando de Trump, Bannon descartó la idea de que el presidente norteamericano deba moderar sus posiciones o buscar consensos con sus oponentes políticos. Por el contrario, dijo, la Casa Blanca se está atrincherando para un largo período de conflicto con el fin de transformar Washington y cambiar radicalmente el orden mundial.

Si ese es el modelo, que florezcan mil Lijos. Habrá que avisarle a Lijo que en esa pelea él es carne de cañón.

¿Cómo van a hacer si no negocian?

En la reunión del miércoles los senadores tomaron conocimiento de que el Gobierno se retiraba de la pelea por la candidatura de Lijo. Mayans insistió: “No tienen los votos, ¿cómo van a sacarlo si no negocian? Acá el único que vino a hablar de esto fue Guillermo Francos, pero nunca más llamó nadie”.

Francisco Paoltroni, un librepensador de La Libertad Avanza que militó contra Lijo como pocos, ironizó: “¿Nos están pidiendo dialogar cuando del Gobierno ni la llaman a la vicepresidenta?”. Miraba, pensativo, Emilio Viramonte Olmos, que este lunes asumirá como secretario administrativo del Senado.

Este abogado cordobés reemplaza a María Laura Izzo y manejará la caja de la Cámara. Alojó a Victoria Villarruel en su casa de Villa Allende, Córdoba, y no tiene experiencia partidaria, salvo su cercanía al nacionalismo conservador.

Las PASO, un proyecto ajeno

El consuelo que tuvo el Gobierno fue una simulación mansa en medio de la lucha preelectoral, tal como el voto para la suspensión de las PASO. Era un proyecto original del peronismo, que desde 2015 empujó por la derogación del sistema de primarias. El arco del no peronismo se opuso porque había aprendido a sacarle provecho al sistema creado por Néstor Kirchner para perjudicarlos. Esta vez se pusieron casi todos de acuerdo, una prueba de que no les cambia mucho la vida.

La simulación de militar como propio un proyecto del adversario fue uno de los métodos del peronismo de la familia Kirchner para doblegar a sus opositores.

Se apropiaron de las banderas de la estatización de YPF, de las jubilaciones, de las aerolíneas, todas insignias de la oposición al peronismo menemista de los años 90. Nada nuevo bajo el sol. Es la estrategia de la triangulación que le aconsejaba Dick Morris a Bill Clinton para su reelección en 1996: “Tomar lo mejor de la agenda de cada parte y llegar a una solución que esté por encima de las posiciones de cada parte”.

Se lo aconsejó en 1999 a Fernando de la Rúa, que chocó cuando quiso tomar lo mejor de su alianza, el legado antimenemista, con el proyecto alcaloide del menemismo, que había sido la convertibilidad.

La “tokenización” de los proyectos

El método de quitarle al enemigo las banderas y usarlas en beneficio propio esta vez lo ha perfeccionado el Gobierno al “tokenizar” proyectos ajenos, es decir convertirlos en “tokens”, monedas virtuales para precipitar transacciones.

En el caso de las PASO, buscaron el beneficio de postergar el cronograma electoral de junio a agosto, una manera de ganar tiempo y lograr algún éxito de gestión que mejore la competitividad del Gobierno.

Ese interés proselitista movilizó la oficina de control del Congreso, que componen los primos Menem, para facturar esas coincidencias con favores tan mansos e inocuos como los proyectos de PASO o Ficha Limpia. De nuevo el radicalismo les salvó el día en la sesión del jueves en el Senado.

El voto 37 para comenzar la sesión lo puso el chaqueño Víctor Zimmermann. Reasumió ese día la banca, de la que había pedido licencia para ser ministro del gabinete en su provincia. Si no aparecía, no había quorum. El bloque del no-peronismo había perdido ya una banca, por la cesantía de Edgardo Kueider.

¿Quién faltó de los 38? La senadora mileísta por San Luis Ivanna Marcela Arrascaeta llegó tarde. Una muestra de falta de conducción del bloque de La Libertad Avanza, que no pudo disciplinarlo en una sesión que el Gobierno consideraba vital para su agenda electoral.

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