El índice de inflación más bajo de los últimos cinco años marcó un cambio de época para la economía argentina. Y en Córdoba, los principales referentes del sector empresario y financiero coinciden: el logro es innegable, pero los costos también. La estabilización llegó acompañada de un consumo golpeado, una plaza seca y fuertes distorsiones en los precios relativos.
Fausto Brandolín, presidente de la Federación Comercial de Córdoba (Fedecom), fue contundente: “Con una expectativa de baja de precios, el consumo se resiente. No se stockean los comerciantes y el consumidor compra menos. Es algo a lo que vamos a tener que acostumbrarnos”. Según Brandolín, los productos en Argentina “están altísimos” frente a países vecinos, y eso obliga a las empresas —especialmente a las formadoras de precios— a revisar márgenes. “Todavía hay una gran distorsión de precios relativos. Por un lado, servicios como el transporte están buscando su punto. Por otro, productos que siguen muy por encima”, advirtió.
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Manuel Tagle, presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba, coincidió en destacar el resultado como parte de una política económica consistente. “Este índice de inflación de mayo es el resultado de una política de estabilización seria y convincente aplicada por el ministro Caputo. Lo venimos sosteniendo hace años: cuando los países aplican planes firmes, la inflación cae rápidamente”, explicó. Tagle aclaró que aún no se alcanzaron los niveles ideales —del orden del 0,4% mensual—, pero remarcó que la estabilización “genera previsibilidad, confianza y crédito”. En esa línea, destacó que el Gobierno “saneó el Banco Central y evitó que el endeudamiento sea financiado por los bancos”, lo que permitió la reaparición del crédito para autos y viviendas, aún con tasas altas.
Desde la Cámara de Comercio de Córdoba, José Viale ofreció una visión más crítica del impacto social del proceso. “El poder adquisitivo viene bajando desde antes del gobierno de Fernández. La plaza está seca de dinero, evidentemente. Pero viene secándose desde hace años”, señaló. Para Viale, detener la inflación fue positivo, pero implicó dejar de emitir, lo que redujo drásticamente la circulación monetaria. “Sufrimos el problema de precios caros y salarios que no alcanzan. Sin embargo, el freno inflacionario permite estabilizar parámetros y hacer planes a largo plazo”, agregó. Y puntualizó que la recuperación no es uniforme: “Autos, repuestos, materiales de la construcción y motos están hasta dos dígitos arriba de lo normal. En cambio, ropa y combustibles venden por debajo de su potencial. Y mientras la clase alta se ve beneficiada, la media y la baja siguen golpeadas”.
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Aníbal Casas, presidente de S&C Inversiones, fue claro: “Es éxito de Toto”. Según su visión, el combo actual —consumo moderado, dólar planchado y superávit fiscal— es exactamente lo que el Gobierno estaba buscando. “Hay un tipo de cambio estable, una tasa de interés real muy positiva y préstamos arriba del 40%. La actividad funciona, pero no en sectores ligados al consumo. Supermercados y shoppings están muy tranquilos”, describió. De cara al futuro, Casas sostuvo que este escenario probablemente se mantenga hasta las elecciones. “Después, el Gobierno deberá decidir si afloja el tipo de cambio, aún con algún pequeño rebote inflacionario, o si las condiciones permiten sostener la estabilidad sin cambios.”
Aunque con matices, los referentes del empresariado cordobés coinciden en que el país ingresó en una etapa distinta. El desafío será consolidar esta estabilidad sin resignar consumo, empleo ni equidad. Lo que viene dependerá de mantener el equilibrio entre la macro ordenada y una microeconomía que aún no despega.