26, septiembre, 2025

Al borde del abismo: Milei y Caputo piden un rescate al Tesoro de EE.UU.

“Vamos a vender hasta el último dólar”, dijo Caputo, pero la promesa duró poco. Para defender el techo de la banda, el Banco Central entregó más de u$s 1.100 millones en apenas tres días. En una sola jornada se quemaron u$s 678 millones, lo que ubicó a la intervención entre las diez más grandes de la historia nacional.

Con los mercados hundidos y el riesgo país disparado por encima de los 1.400 puntos, quedaba en evidencia que no había dólares suficientes para afrontar los próximos vencimientos de deuda. Para frenar la corrida cambiaria el presidente y el ministro viajaron de urgencia a Nueva York en busca de un salvataje que evite la implosión total del plan económico.

La escena tiene un antecedente cercano, y ya sabemos como termina. Cinco meses atrás ocurrió lo mismo: cuando se agotaron los dólares del blanqueo, fue el FMI quien socorrió al gobierno con un préstamo de u$s 20.000 millones. Ese oxígeno alcanzó para frenar la corrida y abrir una nueva ronda de carry trade. A cambio, se impuso el esquema de flotación con bandas y se liberó el cepo para personas humanas.

De la reunión bilateral entre Javier MIlei y Donald Trump, sólo quedó un tuit impreso de apoyo político a la gestión libertaria. Los detalles del rescate llegaron a través de una publicación del Secretario del Tesoro estadounidense, Scotto Bessent, en redes sociales.

El paquete de ayuda económica anunciado incluye negociaciones en marcha por un swap de u$s 20.000 millones. Es un intercambio de monedas entre los bancos centrales de ambos países, que en algún momento deben ser devueltos pagando un interés bajo. Sirve para fortalecer las reservas, y dentro de los usos puede funcionar como un préstamo encubierto. Sin embargo, todavía no hay fecha de entrada en vigencia ni precisiones sobre la liquidez o disponibilidad real de esos fondos. En otras palabras: no está garantizado que puedan utilizarse para contener la presión sobre el dólar, o para el pago de importaciones como sucede con el swap chino.

La compra de deuda argentina en dólares “según lo permitan las condiciones” y la compra de bonos en dólares en el mercado primario (en el que se emiten) y en el secundario (bonos ya emitidos, se intercambian entre inversores).

También se mencionó la posibilidad de un crédito stand by a través del Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF, por sus siglas en inglés). Los fondos del ESF están constituidos por dólares y DEGs, que es la moneda de intercambio creada por el FMI. Argentina accedió en 12 oportunidades a este tipo de ayudas financieras directas del Tesoro estadounidense, entre 1959 y 1995. Los montos (discretos) fueron de entre u$S 50 a u$S 250 millones.

Bessent dijo que empresarios estadounidenses están listos para invertir en el país, pero con una condición: primero necesitan un buen resultado en las elecciones. En criollo: ganen y después vemos qué pasa con los dólares.

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¿Los “mercados” le creen a Bessent?

La palabra del Tesorero de EE.UU. parece haber torcido -por ahora- las expectativas del capital financiero, de inversores y grandes corporaciones que conforman los llamados “mercados”.

“Lo que Bessent anunció es que se está negociando, todavía no hay nada confirmado”, sostenía el economista y especialista en finanzas, Christian Buteler consultado por este medio. “Lo que pasó fue lo siguiente: el lunes hubo un tuit, de la misma característica pero sin monto, que sirvió para cambiar un poco las expectativas del mercado. Ayer, miércoles, el mercado ya necesitaba más precisiones. Esas precisiones llegaron únicamente por el lado del monto y de cuál sería la herramienta: el swap. Pero todavía no hay nada cerrado”, señaló.

El último informe de la consultora 1816 sostiene que si el “mercado” le cree a Bessent y a sus anuncios “a lo Draghi”, entonces no hará falta que Estados Unidos ponga un sólo dólar. Para Buteler “Lo que se busca es un cambio en las expectativas del mercado, que ese cambio sea durable y no tener que invertir absolutamente ni un dólar. Mirémoslo así: nadie va a avisar —menos un jugador grande como el Tesoro— que va a comprar bonos para que suban 40% y después tener que pagarlos más caros.”

El frente cambiario y financiero maneja los ritmos de una montaña rusa, a pesar de los anuncios, los problemas estructurales de la economía siguen ahí, la crisis política del gobierno, también. Así la cosa, en una semana el riesgo país pasó de 1456 puntos a 977 puntos, y el dólar oficial de $1509 a $1354. Los bonos y acciones tuvieron subas récord, el BCRA compró reservas. La medida de retenciones cero para las exportaciones agrarias tiene mucho que ver con este optimismo en los “mercados”.

El camino hacia octubre aún es largo, ¿alcanza sólo con los anuncios para llegar sin sobresaltos? Para Buteler es probable que “sobre la segunda quincena de octubre vuelvan a testear el tipo de cambio, y ahí el Tesoro o el Banco Central tendrán que vender si se llega al techo de la banda.. Si va a alcanzar o no, como dijo De Pablo, solo Dios lo sabe.”

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El fraude de las retenciones

La decisión de eliminar las retenciones a la soja, el maíz y el trigo le costará al Estado unos U$S 1.500 millones en recaudación. Desesperados por juntar un colchón de dólares para contener la corrida, el gobierno que sostiene que el equilibrio fiscal es innegociable, termina dinamitando sus propios ingresos.

El decreto 682/2025 estaría vigente hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar el tope de u$s 7.000 millones en liquidaciones. Lo que desde las patronales del campo y productores podían haber tomado como un guiño a su favor, tuvo un desenlace distinto y abrupto. En apenas 3 días las principales 7 cerealeras coparon el cupo de DJVE (declaraciones de venta). La gran concentración del sector explica que sólo la firma Bunge haya declarado u$s 4.200 millones.

Tras el anuncio oficial del fin de las retenciones 0%, surgieron fuertes denuncias. La propia Sociedad Rural Argentina (SRA) sostiene que hubo fraude y pidió reabrir la medida. Según un relevamiento de su Instituto de Estudios Económicos, basado en los datos del SIO Granos al 24/9 a las 10:00h, los productores comercializaron en ese período 6,2 millones de toneladas de soja, maíz, trigo, sorgo, cebada y girasol. Ese volumen equivale a U$S 2.277 millones a valores FOB, apenas el 33% de los U$S 7.000 millones en DJVE (Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior) que el Gobierno había fijado como objetivo para el cierre del programa.

De las registraciones de DJVE realizadas por las agroexportadoras, sólo un 30% efectivamente se negoció en el mercado. El economista Jorge Galmes explica que las cerealeras ya tenían acopiada casi una tercera parte de lo liquidado en silobolsas propias y que, además, ya le habían descontado al productor las retenciones que finalmente no pagarán. Aún queda un 70% de la producción sin precio fijado, y habrá que ver si el beneficio de la retención cero se traslada efectivamente a los productores.

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Como denuncia Matías Longoni, periodista especializado en agro, “Economía permitió que se anotaran DJVE (exportaciones) a diestra y siniestra, sin ningún límite ni condición”. Esto permitió que las cerealeras se apresuraran a completar declaraciones de compras aún no realizadas, las cuales, cuando se concreten, también se descontarán del precio que paguen a los productores.

El mensaje enviado por Bessent, en el que pide poner fin a esta quita de retenciones, probablemente aceleró la acción de estos jugadores oligopólicos. Además, Estados Unidos tiene sus propios intereses: los farmers norteamericanos no tardaron en manifestar su rechazo, ya que la medida los perjudicaba directamente.

Se trata de un gran robo de ingresos del país orquestado por el equipo económico para hacerse de dólares que ingresarán en los próximos 3 días. Todo con un fin electoral. La medida tiene un impacto fiscal equivalente al 0,23 % del PBI, con esto se podría financiar la suba al presupuesto universitario y La Ley Garrahan.

El problema es la deuda

Una vez más, la falta de dólares se presenta como el problema central de la economía argentina, justificación recurrente para que los gobiernos de turno devaluen, defaulteen o recurran a nuevas deudas. Pero el problema no es la falta de dólares, sino las vías de escape. Las profundas contradicciones de una estructura atrasada y dependiente, reforzada por políticas que las acentúan, dan lugar a recurrentes crisis.

El modelo de Milei y Caputo —de dólar atrasado, apertura indiscriminada y negocios garantizados para la renta financiera— ha provocado una sangría constante de dólares. Luego del fracaso del programa con el FMI, del que ya recibieron u$s 14.000 millones, buscan un rescate del Tesoro de Estados Unidos. De concretarse, implicaría profundizar los lazos de sometimiento a los intereses de las corporaciones estadounidenses, con claros objetivos sobre los recursos estratégicos del país y el control de empresas clave mediante privatizaciones.

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Además, este esquema asegura la continuidad del ajuste fiscal sobre áreas esenciales para las mayorías —educación, salud, jubilaciones— y un monitoreo permanente de las cuentas públicas. También abre la puerta a reformas laborales y fiscales que recortan derechos básicos, recetas que ya fracasaron y que terminan en una mayor bancarrota para el pueblo trabajador. La deuda externa, en este marco, funciona como un mecanismo de dominación del capital imperialista y de saqueo de recursos.

El peronismo crítica el carácter ajustador del plan de Milei, pero no tiene una propuesta distinta a la que mostraron en el gobierno del Frente de Todos. Un proyecto extractivista que no cuestiona el pago de la deuda odiosa, sólo proponen negociar un poquito mejor. La deuda es una de las principales vías de salida de divisas, entre el último gobierno peronista y el de Milei ya se pagaron más de u$s 12 mil millones en intereses al FMI. Son fondos que en vez de ir a resolver urgencias sociales, se usan para cancelar “compromisos” generados de manera fraudulenta.

Frente a la catástrofe económica a la que nos arrastran, es indispensable poner en pie una salida distinta, que ponga por delante los intereses del pueblo trabajador. La ruptura del acuerdo con el FMI y el desconocimiento soberano de la deuda es un paso inicial. Medidas como el monopolio estatal del comercio exterior son clave para frenar el fraude de las grandes agroexportadoras. También la nacionalización de la banca, que en muchas oportunidades es la que viabiliza la gran fuga de capitales.

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