1, junio, 2025

Un wokismo al revés para ganar la batalla a los zurdos

OpenAI, empresa pionera en inteligencia artificial, admitió días atrás que trabaja para solucionar una enfermedad preocupante que afecta a su modelo conversacional ChatGPT. La llama “sicofancia” y refiere a una inexplicable tendencia del robot a brindar a los usuarios respuestas aduladoras, agradables y poco sinceras. Al decir todo que sí, ofrece una satisfacción de corto plazo a fuerza de ocultar datos que pueden resultar necesarios para tomar decisiones adecuadas.

El gobierno de Javier Milei reproduce, a escala humana y con espíritu festivo, la inclinación que desvela al gigante tecnológico de Silicon Valley. Un oficialismo que recompensa el halago y castiga sin piedad cualquier forma de disenso va acomodando al Presidente en una burbuja de sentido que para no romperse requiere crecientes dosis de sectarismo.

El principal instrumento de ese sistema basado en la obsecuencia es la cuenta de Javier Milei en X. Desde allí bombardea un promedio de 250 mensajes diarios, en general ajenos, que se dividen principalmente entre halagos de funcionarios o militantes y una cadena interminable de insultos, descalificaciones y burlas a personas que plantean críticas de algún tipo.

En esa cámara de eco, Milei y el ejército del sí fácil van construyendo minuciosamente el espejo de aquello que juran odiar. La “batalla cultural” de la derecha libertaria se propone combatir a una forma de progresismo que se extravió en la imposición de conductas, el patrullaje lingüístico y la cancelación. Le ponen tanto empeño que ya alumbran un wokismo propio.

Milei, junto a sus diputados, este martes en Casa Rosada

Pregonan una superioridad moral que valida, por ejemplo, programar en la televisión pública dibujitos animados que les enseñan a chicos de primaria a votar por gobiernos que defiendan el libre mercado y combatan al monstruo socialista, en medio de una ensalada de valores sociales ultraconservadores. “Está bien porque es cierto”, justificó la diputada Lilia Lemoine. “El adoctrinamiento de derecha no es adoctrinamiento. Nuestra ideología es la verdad”, corroboró el Gordo Dan, sicofante en jefe.

Una escena del dibujito antimarxista que compró la TV pública

Cuando era candidato, Milei consideraba “un crimen” el uso de los medios estatales para inyectar mensajes políticos en los niños durante el kirchnerismo. Ahora es una virtud. Puede parecer una contradicción, pero en realidad es una consecuencia natural de la autopercepción imperial del Presidente: en sus manos, las armas del enemigo se ponen al servicio de una causa noble.

Esta misma semana se lanzó una campaña de desprestigio orquestada desde la cúpula del poder hacia Ricardo Darín, que cometió la osadía de alertar en televisión que “mucha gente la está pasando muy mal”, matizó el éxito de la política de desinflación y se le ocurrió ilustrar su opinión con el precio de una docena de empanadas.

Hacía tiempo que no se veía una cruzada tan virulenta y alentada desde el Estado contra un ciudadano común. Darín no habrá sentido un asedio semejante desde el ataque de los cascarudos en la General Paz.

El ministro de Economía, Luis Caputo, se puso al frente de la batalla. Influencers, comunicadores afines, funcionarios y legisladores se lanzaron a una carrera por encontrar las empanadas más baratas del mercado. Apelaron al viejo recurso de la falacia del hombre de paja, de la que tantas veces Milei se declaró víctima. Es decir, cuando se distorsiona lo que dice una persona para luego atacar la versión deformada del argumento en lugar de refutar el punto original.

Darín rasgó la burbuja libertaria al permitirse dudar sobre la salud del plan económico y enfocar sobre sus efectos sociales. La respuesta consistió en ridiculizarlo como un “millonario elitista” que come empanadas caras y vive en una realidad paralela. El mismo gobierno que ofrece “mirar para otro lado” y no controlar a quien gaste dólares no declarados apeló al recuerdo de una vieja causa ya archivada en la que el actor estuvo investigado por contrabandear un auto de alta gama.

El bombardeo inclemente duró un día entero y mágicamente se apagó de un momento a otro, acaso después de evaluar que el impacto en la opinión pública no favorecía al Gobierno. Así lo marcaron dos encuestas que llegaron a la Casa Rosada. Milei no se privó, igual, de acusar a Darín de “ignorante y operador berreta” al cerrar la semana.

El periodista Hugo Alconada Mon sufrió un hackeo de sus teléfonos y cuentas de redes sociales cuando reveló detalles del Plan de Inteligencia Nacional, que incluye objetivos de gran ambigüedad que podrían dar un marco legal al espionaje sobre opositores, periodistas o profesionales críticos. “Es un tema de él. ¿Por qué debería preocuparnos?”, atinó a responder el vocero presidencial Manuel Adorni cuando le preguntaron por el acoso contra el más importante periodista de investigación del país.

Los datos que publicó en LA NACION alumbraron preguntas inquietantes: ¿el presidente que prometía terminar con las cloacas del sistema de inteligencia está diseñando su propia policía del pensamiento? ¿Estamos ante otro caso de “las armas del enemigo en las manos correctas”? El Gobierno insiste en que se están malinterpretando sus intenciones.

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, echó luz sobre los rasgos autoritarios del momento político actual en la Argentina. No lo personalizó en Milei, a quien tenía en frente en el Tedeum de la catedral porteña, el domingo pasado. Habló de “los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio; el terrorismo de las redes”. Cuestionó “la descalificación, la agresión constante, el destrato, la difamación” y recordó que el papa León XIV pidió “decir no a la guerra de las palabras y de las imágenes”.

El arzobispo Jorge García Cuerva, con Javier Milei y Victoria VillarruelPresidencia

Milei es estratégico en sus rabietas. Hubo orden absoluta de silencio ante la homilía de García Cuerva. Una cosa es enfrentarse a El Eternauta y otra a la Iglesia Católica.

La respuesta presidencial consistió en desoír los consejos del arzobispo. Apenas salió de la misa del 25 de Mayo retomó el látigo tuitero. Volvió a difundir el eslogan “no odiamos lo suficiente a los periodistas” (el 90% miente, añadió), echó fuego a la operación contra Darín y, sobre todo, reivindicó el gesto hostil a Jorge Macri, a quien le negó el saludo dentro de la catedral. (Tampoco saludó a su vice, Victoria Villarruel).

“Roma no paga traidores”, sentenció. Nunca aclaró cuál sería la traición del jefe de gobierno porteño, más allá de acusarlo de contratar al asesor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que había trabajado con Sergio Massa en la campaña de 2023. ¿Castigará a Santiago Caputo porque los socios de su consultora asesoraron ese mismo año al camporista Wado de Pedro en su fallida aventura presidencial?

Jorge Macri encarna un símbolo necesario para Milei. Le ofrece una coartada para que el Pro siga representando una “casta” que La Libertad Avanza viene a combatir, en momentos en que la necesidad lo obliga a pactar con el partido amarillo un acuerdo en la provincia de Buenos Aires. El juego de “un Macri bueno y un Macri malo” requiere un ejercicio colectivo de ingenuidad en la amplia geografía del nuevo oficialismo en ciernes.

Los actores del sistema captaron rápidamente el incentivo a la obsecuencia. Fue estruendoso el silencio de los dirigentes del Pro ante el desplante de Milei al jefe porteño, alejado de cualquier noción básica de respeto institucional, de cortesía y hasta del coraje que se requiere para mirar los ojos al adversario.

Hubo dirigentes del Pro que se lanzaron incluso a elogiar el gesto presidencial. Sabrina Ajmechet, actual diputada por la Capital y exfuncionaria nombrada por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, dijo: “Me hizo pensar en su nivel de autenticidad”. ¡Qué caso de estudio para OpenAI!: una macrista que celebra la humillación a Macri y que meses atrás quitó la banderita de Ucrania que tenía en su cuenta de X cuando Milei, para agradar a Donald Trump, tomó distancia de Volodimir Zelensky.

La sicofancia avanza también entre prominentes radicales, que en su búsqueda de acuerdos electorales con la escudería ganadora arrían banderas históricas del partido y recorren sets de televisión para justificar las agresiones al periodismo, los insultos a economistas, el caso $LIBRA y otras excentricidades del nuevo poder.

Al igual que el Pro, una parte de la conducción de la UCR se ilusiona con un salvavidas electoral para este año. No desconocen que el objetivo final de la Casa Rosada es disolverlos en el mar libertario o vaciarlos de los valores que podrían permitirles, a futuro, presentarse como una alternativa al gobierno actual. Lo urgente manda. El Milei de 2023 se hubiera burlado de ellos: Juntos por el Cargo, les decía. El de ahora les regala su autenticidad y avisa lo que Roma no paga.

La estrategia de los libertarios representa la antítesis de la apelación que hizo la Iglesia al “diálogo, la cultura del encuentro y el freno al odio”. A juicio de Milei y los suyos, la construcción de poder para blindar el cambio económico requiere una división nítida entre un bien y un mal que se enfrentan en un mar de fragmentación y desinterés social. La valentía de los moderados, de momento, no tiene recompensa.

El “bien” se defiende sin preguntas incómodas, religiosamente. Como dicen los tuiteros libertarios: “No lo leí, pero tiene razón el Javo”.

Se celebra que Milei le niegue el saludo a Macri y se condena al fiscal del peronismo que no quiso darle la mano al Presidente en la mesa de votación, hace dos domingos.

El fiscal que le niega el saludo a Milei en la mesa de votación

Una crítica sutil al Gobierno constituye una campaña sucia, pero es “humor de redes” el falso anuncio hecho con IA en el que Mauricio Macri pedía el voto por Adorni.

El archivo oficialista ajusticia a cualquier economista que falle un pronóstico, pero se sumerge en la amnesia cuando el “mandril” es el gran jefe. ¿O no dijo Milei el 11 de abril, en cadena nacional, que en mayo las reservas brutas del Banco Central “estarán en torno de los 50.000 millones de dólares”? El último día hábil del mes cerró en 36.854 millones.

Haber trabajado con Larreta puede equivaler a la señal del demonio o ser un dato irrelevante digno del mejor olvido, como prueba la fascinación mileísta con José Luis Espert, que en 2023 acompañó como precandidato a senador al exjefe porteño.

A los periodistas se les exige un código de vestimenta formal para asistir a la Casa Rosada; Milei se vanagloria de trabajar en la residencia presidencial con un mameluco de YPF o va en zapatillas al tedeum del 25 de Mayo.

El wokismo al revés se nutre de esas contradicciones militantes. Invita a adherir o callar. Que nadie nos despierte del sueño del dólar barato y la inflación a la baja.

Milei acuñó el término “ñoñismo republicano” para desacreditar a quienes cuestionan “las formas” con las que interactúa en la vida pública. “Yo tiro al fleje, pero siempre dentro de la institucionalidad. ¿Es ilícito jugar al fleje?, ¿de dónde salió esa pelotudez?”, dijo días atrás en radio Mitre. Su interlocutor le dio la razón. Perdió la oportunidad de preguntarle qué pasará cuando la pelota caiga ostensiblemente fuera de la cancha.


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