El Gobierno cree que actualmente los argentinos tienen unos US$170.000 millones en el colchón. Es lo que estima el Banco Central (BCRA) en función de la importación de billetes que se hizo al país en años recientes. Así lo confió el presidente de la entidad, Santiago Bausili, en una charla cerrada con clientes del JP Morgan, que tuvo lugar esta semana en el marco de la Asamblea de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI). Generalmente, los detalles más jugosos son los que se dan en estos encuentros a puertas cerradas, que transcurren en paralelo a la agenda oficial.
El dato no es menor, considerando que en gran medida el Gobierno (y el FMI) cuentan con que tarde o temprano estos dólares –en este caso, billetes físicos– deberán volcarse a la economía para darle vuelo a la actividad. “Me dijeron, no sé si es verdad, que hay más de 200.000 millones de dólares bajo el colchón, y Dios sabe dónde. Si ese dinero se invierte en la Argentina, imaginen lo que sería ese país”, declaró esta misma semana a la prensa la directora del FMI, Kristalina Georgieva. El éxito de la competencia de monedas radica en que eventualmente estos dólares salgan a la luz.
Con el tipo de cambio flotando y el acuerdo con el FMI debajo del brazo, el equipo económico tuvo un paso triunfante esta semana en Washington. La confirmación de que el Tesoro de Estados Unidos estaría dispuesto a asistir al país en caso de un shock externo es, tal vez, la mejor noticia que recibió el mercado en medio del tembladeral global. Con este respaldo, la economía argentina abandona definitivamente la fase de terapia intensiva: de las urgencias, ahora los inversores pasaron a poner el foco en las cuestiones de fondo.
Durante el encuentro del JP Morgan, del que participaron unos 500 inversores, las consultas giraron básicamente en torno a cómo será la convivencia del peso y del dólar, además de qué pasará con el tipo de cambio real (una obsesión que pareciera no ser exclusiva de los argentinos). En el primer caso, los miembros del equipo económico –participaron del evento, además de Bausili, el ministro Luis Caputo; el viceministro, José Luis Daza, y el secretario de Finanzas, Pablo Quirno– dijeron que esperan que los argentinos mantengan los pesos para las pequeñas transacciones y el pago de impuestos, mientras que los dólares seguirán siendo claves en las grandes operaciones y como moneda de ahorro. Por ahora, aseguraron ante la consulta de uno de los presentes, no hay planes de habilitar el pago de impuestos en moneda extranjera. “Explicaron, a diferencia de lo que era el relato mileísta original –que hablaba de dinamitar el Banco Central–, que se dieron cuenta de que el bimonetarismo es el régimen que satisface a los argentinos”, apuntó un inversor, que siguió atento la exposición. Por firme que sea el relato, a esta altura ya no se puede dudar del gran pragmatismo libertario.
Los inversores también demandaron por cómo hará el Gobierno para inyectar pesos a la economía, a medida que haya crecimiento y aumente la demanda de dinero, si no hay intenciones de comprar dólares mientras el tipo de cambio flote dentro de la banda de $1000 a $1400. Este jueves, el Gobierno pareció encontrarle la vuelta, al incorporar al mercado los pesos que el Banco Central le transfirió al Tesoro (su accionista), en concepto de las utilidades obtenidas en 2024. “El Gobierno está emitiendo [porque, en parte, esos pesos se usaron para pagar deuda con privados que ayer no logró refinanciar el Tesoro], pero tiene dos ventajas en este caso: evita que sigan subiendo las tasas de interés en pesos, que sería recesivo, y que el tipo de cambio se siga apreciando”, apuntó un economista que sigue de cerca la macro argentina. “Si la economía crece, es una buena medida, porque hay demanda para esos pesos”. Viva el pragmatismo, carajo.
Con todo, el equipo económico insiste en que el dólar seguirá eventualmente acercándose al piso de la banda. En el mediano plazo, porque dicen que buscará facilitar que los dólares de colchón se vuelquen a la economía. En el corto, esperan que el campo haga lo suyo, a medida que empiece a desprenderse de las divisas generadas por la venta de la cosecha de soja. Aunque no son días fáciles para los productores agropecuarios, que deben empezar a acostumbrarse a un nuevo régimen cambiario flotante. La posibilidad de que el dólar se acerque a los $1000 los inquieta; a muchos, a ese precio no les cierran los números. El presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, vino cruzando algunos Whatsapp al respecto con el director del Banco Central Federico Furiase.
La volatilidad en los últimas dos ruedas también los desconcertó. “Es difícil saber si es buen momento para vender, o si hay que esperar porque va a subir más”, explicaron. Todos los argentinos deberán acostumbrarse a que no hay ganancias cambiarias aseguradas para nadie. Quienes en los últimos días apostaron a vender dólares para poner los pesos a plazo fijo recibieron la lección, luego del salto que registró el dólar entre el miércoles y el jueves.
Pero, además, entre los productores muchos se quejan de que las cerealeras –en definitiva, quienes le compran los granos para exportar– les tomaron el tiempo, luego de que el presidente, Javier Milei, recordara públicamente que la rebaja de retenciones solo está prevista hasta junio. “Si tenés deadline en junio y tenés que vender, te compro más barato, esa es la lógica”, explica un productor con fuerte presencia en la provincia de Buenos Aires. “Las cerealeras están pasando precios bajos: antes del cambio de régimen cambiario estaban ofreciendo a $340.000 la tonelada de soja, incluyendo la logística. Ahora, y pese la suba del dólar de estos días, ofrecen menos de $300.000 la tonelada. Por eso hay mucho silo bolsa, el productor no quiere vender”, explicó. Esta discusión probablemente se ponga sobre la mesa este viernes, en un encuentro en la Bolsa de Rosario del que participarán los representantes de la Mesa de Enlace, exportadores y miembros del equipo económico. En honor al Papa Francisco, todo un ejemplo de diálogo interreligioso, pero con discusiones de plata de por medio.
En los bancos siguen atentos a las novedades cambiarias. Aunque también se preparan para una nueva etapa de competencia furiosa. En esa línea, las tres cámaras bancarias tienen previsto enviarle en las próximas horas una nota al Banco Central para que suspenda por 30 días la aplicación del pago con QR en la red de subtes. Mercado Pago era la única empresa lista para lanzar el sistema el 12 de mayo, tal cual había establecido el BCRA. Incluso en esta semana ya había disparado las promos entre sus clientes. “Nosotros solo le estamos pidiendo al Central que nos dé unos días más para terminar de desarrollar la tecnología. Entramos en esto más tarde, porque originalmente desde Emova nos habían dejado afuera. Ahora queremos poder arrancar todos al mismo tiempo, y competir con las mismas condiciones”, explicaron.
Más temprano que tarde podría, además, haber novedades en materia comercial. El medio norteamericano Político informó ayer que la Argentina podría ser uno de los primeros países en firmar un acuerdo de libre comercio con el gobierno de Donald Trump. “Algunos cercanos a la Casa Blanca creen que los primeros acuerdos comerciales con otros países están en el horizonte, y que los posibles acuerdos incipientes con Japón, India, Argentina, el Reino Unido y otros validarán el enfoque de Trump y mostrarán a Wall Street –y al país– que las cosas están en el camino correcto”, se publicó.
En el equipo de Santiago Caputo siguen trabajando con el gobierno norteamericano para poder concretar una bilateral formal del gabinete argentino con el de Trump. La fecha, aun no está definida. ¿Será cuando haya algo para anunciar? Prematuro saberlo. Pero porque, además, dentro del gobierno norteamericano pareciera haber grandes diferencias al respecto. El agregado Especial de los Estados Unidos para América latina, Mauricio Claver-Carone, disertó en una charla organizada por el JP Morgan a puertas cerradas, y no fue precisamente condescendiente con la Argentina. Milei, dijo, es un aliado y un amigo y está haciendo cosas positivas en un país en circunstancias difíciles. “Sin embargo, todavía no vimos un plan bien estructurado del equipo de Milei para desprenderse de la deuda china [por el swap que hay en el Banco Central), y quiero ver eso. Queremos que la Argentina triunfe por su propio bien y también por los intereses de EE.UU. Quiero a Milei, pero no tiene carta blanca y no es todo blanco o negro. Es una vía de doble sentido”, apuntó el funcionario, que consultado sobre un eventual tratado de libre comercio entre ambos países consideró que es algo “complicado”, porque la Argentina no tiene una economía complementaria con la de EE.UU. “La Argentina necesita un acuerdo de promoción de inversiones. Su mayor brecha es la falta de inversión”, afirmó.
La Argentina deberá hacer equilibrio entre China y EE.UU. mientras dure el mandato de Trump. China, en silencio, se prepara para sortear las trabas. Previa escala en Brasil, está previsto que la semana que viene venga una delegación del gobierno chino al país, para una serie de reuniones con empresas privadas. La idea es ver si se pueden apalancar desde la Argentina para exportar determinados productos a Estados Unidos. Hecha la ley, hecha la trampa. En eso sí que los argentinos pueden dar una Masterclass.
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