Cerca de la fecha prevista para la publicación de un nuevo IPC para medir la inflación -la desaceleración es una de las banderas del actual Gobierno- la cúpula del Indec le pidió la renuncia a la directora nacional de Estadísticas y Precios, Analía Calero, lo que encendió otra vez la polémica en el organismo estadístico.
En el Indec, que dirige Marco Lavagna, ratificaron la salida de la funcionaria y señalaron que el pedido de renuncia se debe a “cuestiones operativas y formas de trabajo”, y la despegaron de la decisión que había adelantado Lavagna en septiembre de lanzar un nuevo índice de precios “en dos meses”, o sea, en noviembre.
Calero, según aclararon a LA NACION, tenía bajo su órbita la Dirección de Índices de Precios de Consumo, que dirige Georgina Giglio, y la de Índices de Precios de la Producción, que conduce Rodrigo Oliver.
En los pasillos del instituto, donde dicen que hay un rumor instalado con la salida de Lavagna hace 15 días -algo que fue descartado desde la cúpula- indicaron que el economista habría llamado a Calero el 9 de octubre pasado. Le dijo allí que “chocaban mucho” y que buscaba hacer cambios en el área del IPC. Fue justamente un día antes de que se conociera el dato de inflación de septiembre, que dio 3,5%.
Las fuentes indicaron que Lavagna cuestionó el ritmo de avance del IPC. “Está listo”, le respondió Calero, que además venía elaborando un índice de costos de la construcción y otro de salarios, en paralelo. Lavagna no creyó en su palabra. De hecho, fuentes de la cúpula del organismo estadístico dijeron hoy que el trabajo todavía no está terminado.
“¿Vas a renunciar?”, la llamaron desde el área de Recursos Humanos a Calero. Ella se negó, aunque tenía ganas de irse. La directora de planta quería aguantar, por lo menos, hasta junio. Tenía contrato en el Indec hasta esa fecha y además buscaba cerrar el ciclo que había comenzado hace tres años con el trabajo sobre el nuevo IPC. Ella y Lavagna habían tenido además algunos encontronazos por cómo se había manejado en el pasado una acusación a un trabajador por violencia de género con una compañera del Indec. Los cambiaron de piso.
“Fue por formas de trabajo, administración de recursos humanos y manejo de equipos de trabajo y cumplimiento de metas”, afirmaron en la cúpula del Indec sobre el pedido de renuncia a Calero. Cerca de la todavía directora -ahora está trabajando en forma remota- hablaron, en tanto, de “maltratos”.
La polémica salida de la técnica, que pidió el pase en comisión a la UBA, por ahora negado por Lavagna (quieren que vuelva al Ministerio de Economía), coincidió con la visita la semana pasada de funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI). Lavagna no pudo recibirlos -está de vacaciones- así que lo hizo el director técnico del instituto, Pedro Lines.
Fuentes a cargo de la elaboración del nuevo IPC aseguraron que Lines se enojó por algunos cambios pedidos por el Fondo. “No le gustaron los ponderadores”, contaron. El debate era si usar los nuevos de la Encuesta de Gastos (Engho) o los de Cuentas Nacionales. El FMI buscaba que se usaran los primeros. “Quizás había temor a que diera más alto el índice”, ironizaron en los pasillos del Indec, algo que negaron rotundamente desde la cúpula. Lines no contestó el llamado de LA NACION.
“No tiene absolutamente nada que ver con si el índice te iba a dar más alto o más bajo”, negaron esas apreciaciones en el Indec, donde dijeron que están buscando generar una polémica donde no la hay.
El técnico del Fondo que llegó de visita fue Brian Graf, economista de la División Sector Real del Departamento de Estadísticas del FMI. La intención era, indicaron, “finalizar la asistencia técnica sobre el proyecto de actualización del IPC. Según una comunicación interna del organismo a la que accedió este medio, “se abordaron los avances en el uso de dispositivos digitales para el relevamiento, el nuevo período de referencia y la estrategia de comunicación y difusión del IPC, además de realizarse capacitaciones presenciales y virtuales para integrantes del Instituto y los equipos del IPC de las Direcciones Provinciales de Estadística”.
Estuvieron con él Lines, Calero, Giglio; la coordinadora del IPC, Marcela Almeida; la coordinadora de relevamiento digital, Laura Liedtke; y los equipos de trabajo del sector, según se indicó.
Lavagna había adelantado en septiembre pasado que estaban casi listo para lanzar el nuevo IPC con una base de 500.000 precios y 24.000 informantes. “Estamos en las pruebas finales”, había mencionado entonces.
En declaraciones para Radio 10, el economista había asegurado que “en los próximos dos meses” podrían estar saliendo con el nuevo IPC, algo que hoy matizan. Piensan en los primeros datos de 2025, siempre y cuando no aparezcan cisnes negros, como un salto del tipo de cambio. El índice actual tiene 320.000 precios y va a pasar a 500.000 precios. De 16.700 informantes se saltaría a 24.000 informantes. “Estamos en las pruebas finales. Tenemos que tener mucho cuidado en cuándo hacemos los cambios para que esto se entienda bien”, había agregado en detalle de la nueva modalidad que se implementaría desde noviembre.
A fines de enero de 2007, el gobierno de Cristina Kirchner intervino el Indec para tapar el aumento de los precios. La primera medida fue desplazar a la directora del área de IPC, Graciela Bevacqua. Luego, por casi una década, se manipularon y falsearon casi todas las estadísticas públicas. La reconstrucción la llevaron a cabo Jorge Todesca -ya en el gobierno de Mauricio Macri- y luego Marco Lavagna. Los dos economistas habían sufrido los embates de Guillermo Moreno, ya que ambos medían la inflación en consultoras. Lavagna llegó al Indec desde la administración de Alberto Fernández y continuó, casi sin polémicas, su trabajo pese a que hubo críticas al censo (de hecho, quien estaba a cargo fue prejubilada) y al intento de modificar la fecha de publicación de los datos de inflación, en momentos en que Sergio Massa era ministro de Economía.
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